martes, 16 de junio de 2015

PRANA



PRANA


El prana nos rodea, penetra en nosotros, está en lo que vemos, olemos, palpamos y en muchas de las cosas que comemos.

Mágica y vital conexión entre el cosmos y nosotros, es la esencia misma de la vida.

Esta energía universal es el principio de la vida que, adoptando diversas formas, hace posibles la luz, el calor y todas las formas de existencia en el planeta. Sabemos que se encuentra en los animales, en los vegetales y se supone que puede hallarse en los minerales, durante un tiempo más o menos largo, después de que se los separó de su fuente de origen.

En el ser humano, posibilita todas las actividades orgánicas y psíquicas. El prana cumple las siguientes funciones en el organismo:

• Prana propiamente dicho: reside en la zona del corazón y controla la respiración.
• Apana: reside en el ombligo y controla la digestión.
• Udana: reside en la garganta y controla la deglución y la fonación.
• Vyana: reside en todo el cuerpo y controla la distribución del prana.
• Samana: reside en los órganos internos, hígado, el bazo, el páncreas, el estomago y porción superior del intestino grueso, funciona en todos los órganos y en este caso trabaja en los pulmones para ayudar a la absorción del aire.




Mediante las técnicas del Yoga se aprende a regir y a equilibrar esta energía vital. Su equilibrio es sinónimo de salud y su desequilibrio trae aparejada la enfermedad.

Es importante saber que el prana alterado inquieta la mente y complica el funcionamiento de nuestro sistema nervioso. Por lo tanto, su control permite adquirir el dominio de la energía y de la mente, ya que existe una estrechísima relación entre ambas, y, a medida que se aprende a manejar una de ellas, se logra hacerlo con la otra.

Dada la necesidad de la actual ciencia occidental de encontrarle una explicación racional a cada uno de los fenómenos de la naturaleza, lo mejor sería comparar al prana con una manifestación de la electricidad o del magnetismo.

¿Dónde lo encontramos?

Su fuente más importante es la atmósfera; ahí lo hallamos constituido por pequeños iones negativos, que son átomos cargados eléctricamente, muy activos y que, en perpetuo movimiento, revitalizan constantemente cada célula de nuestro cuerpo.

El sol, los rayos cósmicos, las masas de agua en movimiento y en evaporación son los principales factores de ionización y cargan de prana el aire. Por eso es que el aire que respiramos cerca del mar nos carga de energía y vitalidad. En contraposición, el oxígeno en las grandes ciudades, cargado de smog, es menos vivificador que en el campo o en zonas marinas.

Existe en nuestro organismo un metabolismo de la electricidad atmosférica que la absorbe, la utiliza y la evacúa por la piel. Cuanto más activo es este metabolismo por la absorción de iones negativos y la evacuación de la electricidad excesiva, más vivo y en buena salud estará el organismo. Los baños de sol nos brindan vitalidad al activar nuestro metabolismo eléctrico.



¿Cómo lo absorbemos?

Absorbemos el prana por medio de la respiración, de los alimentos que ingerimos y de nuestro cuerpo; los órganos que intervienen en este proceso son la nariz, los pulmones y la piel.

Algunos alimentos que ingerimos, incluyendo el agua, lo poseen, por lo que esta energía es absorbida por nuestro cuerpo a través del sistema digestivo. Por lo tanto, es de suma importancia seleccionar muy bien todo lo que comemos (los alimentos industrializados carecen de prana) y revisar cómo comemos. Las radiaciones solares, cósmicas y terrestres hacen que el prana ingrese a nuestro organismo por la piel.

Prana y Yoga

Los rishis (sabios) proclaman -y esto forma parte del Yoga- que el prana puede ser almacenado y acumulado en el sistema nervioso, más específicamente en el plexo solar. Aún más, acentúan esta noción capital diciendo: "El Yoga nos da el poder de dirigir a voluntad la corriente de prana mediante
el pensamiento". Es decir que la práctica de Yoga proporciona un acceso consciente y voluntario a las fuentes mismas de la vida. La ciencia del control de esta maravillosa energía se llama pranayama (ayama: dominar).


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