Respiración completa
La respiración completa, también llamada respiración yóguica (es un ejercicio clásico del yoga), se realiza unificando las tres respiraciones anteriores: abdominal, torácica y clavicular. Es evidente que este ejercicio busca aprovechar toda nuestra capacidad pulmonar.
Es un ejercicio que más allá de una relajación y una magnífica oxigenación, lo que proporciona es un entrenamiento en el “autocontrol”, pues voluntariamente dirigimos todo el proceso. Aporta serenidad, claridad y concentración. Es estupendo a todos niveles: tanto en lo físico, como en lo emocional y en lo mental.
Beneficios de ésta respiración:
- Aprovecha y amplia toda nuestra capacidad pulmonar
- Proporciona una gran oxigenación
- Activa la circulación y tonifica el corazón
- Masajea los órganos
- Nos entrena en el autocontrol
- Mejora la percepción de uno mismo, y por ende la autoestima
- Proporciona serenidad y concentración
Se trata de una inspiración en tres fases, y una expulsión en tres fases. En la primera fase se dirige el aire hacia la parte inferior (respiración abdominal), en la segunda fase a la parte media (respiración costal), y finalmente a la parte alta (respiración clavicular), todo ello en la misma inspiración. Y la expulsión del aire comienza vaciando la parte alta, sigue con la media, y finaliza con la parte baja.
Cómo se practica:
Puedes practicarla tanto tumbado como sentado, pero si te inicias en ella es aconsejable que comiences recostado cómodamente para que tu atención se centre totalmente en el ejercicio.
- Coloca una mano sobre tu vientre y otra sobre el pecho. Expulsa 2 ó 3 veces a fondo el aire.
- Comienza con una inspiración lenta y profunda llevando el aire hacia la parte baja de los pulmones (como si respiraras con el abdomen) y siente cómo empujas la mano que tienes en el vientre.
- Continúa inspirando el aire mientras dilatas la zona de las costillas
- Cuando la zona costal esté dilatada, continúa inspirando un poco más a la vez que las clavículas se levantan. Ahora tus pulmones están llenos de aire. Tanto éste paso como el anterior podrás sentirlo con la mano que tienes en el pecho.
- Retén unos instantes el aire procurando no tensar el rostro, el cuello o los hombros.
- Comienza la expulsión haciendo que el aire salga primero de la parte clavicular, luego de la costal, y finalmente de la abdominal, expulsando el aire totalmente. Es decir, la expulsión se hace de manera inversa a la inspiración, de manera que la zona baja es la primera que se llena y la última que se vacía.
- Mantente unos instantes los pulmones vacíos, y cuando sientas el impulso de inspirar, hazlo repitiendo los pasos anteriores.